A esas noches
en las que todo lo demás no importa
La danza de mi lengua
Adoro cuando me reclinas sobre tu pecho
y el ritmo acompasado del latido de tu corazón
masajea mis sienes.
Cierro los ojos
[ los mismos ojos azul infierno
que te convocan a una guerra de descanso.
Adoro el olor almizclado que desprende tu entrepierna
y tienta a las yemas de mis dedos a asomarse de puntillas
y a timbrar a golpe de caricia la puerta de tu faro.
Me dices, que el festín está dispuesto y dejamos
para ayer las sombras de nuestros infieles recuerdos.
Te me dejas mecer entre mis manos -que ya no dedos,
ni yemas a hurtadillas-
y mis manos te danzan un minué autodidacta
recorriendo tu emoción desnuda,
sinónimo de la desnudez de mi ternura.
Tu falo me provoca,
[y ahora con los ojos bien abiertos,
me atraganto de gula de ti, me deleito con la torre
de tu exuberancia, mientras el Bulldog de mi avariciosa boca
saliva de angustia por mantenerla marginada del baile.
Adoro cuando el brillar de tus ojos
[los mismos ojos verdes pradera
que me incitan a una guerra de capricho,
me sesean la licencia al nirvana de mi boca.
Y al igual que se reprocha a un niño malo
debo sancionarte para evitar tus manos lideren la situación,
pues mi lengua ávida y desatada ha iniciado su propia danza
expresionista agotando tu aliento viril.
Adoro cuando la docilidad de la mujer loba
que habita en mis manos doblega tu voluntad
y vacían ante tu desconcierto la savia salina
que enriquece mi lengua de gato.
Y adoro como nunca,
el plácido sueño al que me envías
con tu cálido abrazo
tras una dura jornada
de trabajo.
*Poema incluido en el poemario “Cuando la lluvia no te alcanza”.